El contraste era perfecto. Por la ventana, el cielo color humo amenazaba el final del miércoles. Adentro, rayas flúo, gafas con forma corazón y canciones que obligaban a sonreír y corear. Los cuerpos sabían lo que querían y se movían casi inconscientemente. El motivo, más que suficiente: De la Rivera presentó su tercer disco de...
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