“Lo primero que sucede es la música” de ella se deriva todo lo demás: nominaciones, significaciones, imágenes, narraciones… infinitas posibilidades que se abren desde el más abarcativo de los elementos: la música que narra (obviando la literalidad) y que narrando imagina.
Viaje a un Minúsculo Planeta empezó nominándose para, con el paso del tiempo, encontrarse en la búsqueda de un lenguaje propio, que sin querer inventar la pólvora, mantiene cierta “contemporaneidad al intentar –en el mismo movimiento– buscar la belleza en su sentido más amplio” (Julián).
Santiago Viale y Julián Barbieri están sentados a la mesa, mientras en el estudio Simón Beaulieu, avanza en el proceso de masterización del segundo disco de la banda que, abro paréntesis, fue grabado en una semana y mezclado en otra, contemplando los intereses y satisfacciones propias de cada uno. Cierro paréntesis. “La banda busca la belleza, entendida en el sentido más amplio. Ella puede venir de cosas no bellas, abarcando el aspecto intelectual como el emocional, entendiendo todo como un todo, sin separar corazón de mente, porque somos una sola naranja, no media” (Julián). “En ese sentido, toda la música, todo lo que sale con el Viaje es música que hemos escuchado, en alguna parte, en algún lugar, en alguna situación, nada más que el filtro del Viaje se encarga por sí de ponerle contemporaneidad y personalidad” (Santiago).
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Fotos: Mar Sánchez Rial
La tranquilidad del comedor en el que estamos sentados sólo es interrumpida por la música que más allá de la puerta, se deja escuchar; tonalidades de un mundo que abre otros mundos. Simón va y viene en la búsqueda de la complicidad para avanzar en la tarea del día. Mientras, Julián mantiene la voz pausada y tranquila recitando la respuesta a la última de mis preguntas: “una cualidad que a mí me gusta pensar que distingue a la banda es complejo pero no complicado, mantener la simpleza del mensaje a pesar de que la búsqueda sea compleja, entonces el viaje no es un cuelgue, no es un exceso de información y sobre todo no es un lenguaje inaccesible para nadie, me parece que lo puede sentir y entender cualquiera, no hace falta ser músico y en eso me parece que hay más mérito”.
“Por ahí el mercado es un lugar que está lleno de etiquetas que sólo entiende el mercado mismo. Es ahí, en esa división de aguas donde nosotros queremos hacernos fuertes, mezclar la simpleza folklórica –entendiendo el folklore en su sentido más amplio– con algún elemento que sea característico de la música clásica, por ejemplo”. Santiago sigue hablando de las etiquetas y cuando enuncia la cadena rock-progresivo, Julián se ríe y empieza a asentir fuerte, una concordancia desenlazada por la imposición de una etiqueta que les ha sido aplicada con insistencia y a la que ellos reniegan: “es sentir que todo fue en vano. No hay definición que nos duela tanto porque eso tiene que ver con la gimnasia de la técnica, el deporte del músico que termina sacándole sensibilidad a la música en pos de ser más virtuoso. Creemos que una de las virtudes del Viaje es poder manejar eso con cierta madurez, abandonando elementos compositivamente raros en función de otros más simples, pero no por eso menos complejos”.
La belleza del detalle. La mirada del flâneur. “Entender la técnica y tener control sobre ella en pos del funcionamiento de la música y no al revés. La simplicidad no es un punto de partida sino un punto de llegada”. Algo a lo que creen (aunque todavía no están seguros) de haber alcanzado con la llegada de su segundo disco que, aunque ya esté titulado, prefieren no divulgar.
El trabajo sin límites es el germen de la búsqueda, una que se profundiza en el nuevo LP que integra elementos dispares en una sola unidad: “pensamos este álbum como un arte, una unidad conceptual. Las músicas en esta segunda propuesta, van a estar relacionadas entre sí, ya desde el nombre del disco. Este trabajo es superador del primero porque es más claro” (Simón), un todo pensado en base a un concepto iniciático, que incluye a la gráfica (de Guillermo Gallo). Un trabajo intelectual detenido en el detalle.
La edición del primer disco, encontró a VMP en medio de la creación de una banda sonora, la música para un documental y la poca experiencia que ellos mismos reconocen haber tenido en ese momento. Por eso, éste segundo maneja otros tiempos: un año de trabajo que les da la oportunidad de apelar al crowdfunding a través de un bono de pre-venta que los acerque al monto necesario para editar.
¿El disco físico tiene un valor diferente al disco editado para la web? “Sí, totalmente. Sondistintos lenguajes por empezar. Hoy, el lenguaje de internet cambió muchísimo las cosas, ni para bien ni para mal, es diferente. Es un momento de la industria musical en que los límites se están moviendo. Nosotros el disco físico, más allá de que es lindo, nos da la posibilidad concreta de financiar a la banda” (Santiago); “Y para el receptor también cambia. Nosotros hemos sido melómanos toda nuestra vida y fuimos testigos del paso del CD físico al CD en internet y del casete al CD y la verdad que la relación con la música es otra” (Julián).
Por última vez Simón sale del estudio y esta vez entra acompañado de Santiago. Antes de irme, charlamos de la escena musical local, un espacio que creen será algo más que un paréntesis en la historia porque «esto es sólo el piso».
En un minúsculo planeta…
sobra silencio || falta logística || suena todo lo que somos || la última persona que imaginarían encontrar…? George Bush (hijo) || coexisten una flor y un zorro.
+info: Este miércoles VMP se estará presentando en el ciclo Rock Me! – Black Sheep (Paseo del Buen Pastor), con entrada libre y gratuita. Ahí se podrán adquirir el primer disco de la banda y también la pre-venta del segundo.
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