La jeanería de suma calidad, con materiales sustentables, involucrada en circuitos de economía popular y con procesos 100% cooperativos es el sello de LIMAY y es desde hace rato a lo que Mechi Krom, su diseñadora, apuesta fuerte.
“ Limay es mi marca, soy yo, es como me visto. Habla de dónde vengo y de los valores que quiero mantener”
Oriunda de Cutral Có, Neuquén y con historial un poco nómade por el trabajo de su papá, Mechi hoy se encuentra instalada en Buenos Aires trabajando en el diseño de LIMAY, su proyecto y propuesta de jeans sin género desde hace 2 años: “ Limay es mi marca, soy yo, es como me visto. Habla de dónde vengo y de los valores que quiero mantener”, es lo primero que expresa. Hace años comenzó su trabajo en marcas de indumentaria en la parte de producción de jeans, entre ellas una de las marcas más grandes de jeans a nivel mundial, marcas de mujer, de hombre y hasta de niños. Pero ese escenario no le era suficiente: “Me di cuenta que no sabía todo lo que quería saber sobre el proceso de cómo se fabricaban y me fui a trabajar a una fábrica que tenía oficinas en Buenos Aires pero producía en La Pampa. Esa experiencia me ayudó a entender que lo que me gustaba del rubro de indumentaria es la parte de industria, los procesos productivos y aprender cómo se hacen las cosas”. Como consecuencia de eso nace LIMAY, esa combinación de la pasión por la jeanería, la industria y el saber de los procesos. Fue así que al finalizar el trabajo en la fábrica se asocia a una cooperativa textil de mujeres bajo el lema de trabajo horizontal que las caracteriza. “ Así no hay un jefe o patrón sino un grupo de personas trabajando y dividiendo las ganancias”, asegura y agrega: “colaborando a esa cadena se mejoran las condiciones de trabajo de la parte más relegada del rubro, el mundo de la indumentaria y las marcas es muy desparejo, y la mano de obra o la parte productiva siempre es la más relegada y menos considerada”.
La importancia de la curva de talles
En lo personal, un grupo de amigos muy plural le terminó de cerrar la idea, Mechi explica que la marca no tiene prejuicios sobre a quién van dirigidos los jeans. Fabrica dos modelos de pantalones de tiro alto, uno chupín y otro de corte Mom, de denim rígido y pierna holgada. Así la propuesta de la marca es una curva de talles amplia, del 24 al 42, siendo esta curva de 10 talles su impronta bien diferencial en el mercado.
“Me preguntan si es de hombre o de mujer y yo les digo que se lo prueben, un jean es un jean, te tiene que quedar como a vos te guste, si usas más ajustado un talle menos y si te gusta suelto uno más”.
El crecimiento en la variedad de talles es un trabajo que sigue haciendo y siente que no terminó, es una construcción, porque entiende que los cuerpos son diversos y que la ropa no es para un cuerpo: “segmentar a la gente por el talle que son me parece injusto”. LIMAY cuenta con una clientela amplia, variada e inclusiva. Hace un tiempo fusionaron mano de obra, tela y principios con el Bachillerato Popular travesti-Trans Mocha Celis en la ciudad de Buenos Aires y nació el Chupín Mocha. Un jean chupín negro para todxs donde el 25% de lo recaudado se destina a la escuela para construir la sala de computación, de ese modo acerca la tecnología al nivel secundario. “Mocha para mí es un punto de quiebre. Con esta alianza pude sintetizar los valores de mi marca en una prenda y, a la vez, visibilizar el trabajo de “la Mocha” como espacio educativo inclusivo y no excluyente”, dice Mechi emocionada.
El proceso productivo
En cuanto al proceso de producción cuenta que siempre tuvo en mente aquellos que fueran muy respetuosos de las condiciones laborales de las trabajadoras. Pone el foco en el fortalecimiento de las economías populares, es por ello que se involucró muy de lleno en el círculo virtuoso del cooperativismo. De esa manera logra un producto final transparente, ya que conoce puntualmente a todos las personas que trabajan en ese proceso creativo. Su producción es local con materia prima nacional logrando reducir la huella de carbono y trabajar de esta manera en un marco sustentable.
“La sustentabilidad que tengo más transitada es una a la que creo que le llaman sustentabilidad social, que fue mi primera motivación, generar un producto que fortalezca las economías locales y el trabajo digno.
“La sustentabilidad que tengo más transitada es una a la que creo que le llaman sustentabilidad social, que fue mi primera motivación, generar un producto que fortalezca las economías locales y el trabajo digno. Las telas no son sustentables de por sí, pero desde esta temporada empezamos a fabricar con el 90% de materias primas nacionales, eso aparte de estar alineado con fortalecer las economías locales también reduce la huella de carbono por disminuir los fletes. En el proceso de lavado estamos tratando de bajar el uso de agua usando procesos ecológicos. Estamos anulando el uso de plástico en el packaging de a poco, solo usamos cinta para cerrar las cajas, en los envíos locales usamos bolsas compostables y todo el papel que usamos es reciclado y compostable.”
Así es Limay, no solo un pantalón de jeans, es una comunidad. Un proyecto sin patrones, ni estereotipos, en donde un jeans puede ser el mismo para vos y para mí.