Quiero que sea sonido: Me gustaría ser capaz de escribir un texto que transmita algo similar a lo que me transmite la obra de Agus. Me gustaría hacerlo con la seguridad que me genera mirar un fotograma tan sólido como el suyo; me gustaría, además, ponerle un sonido acorde pero como yo no compongo sonidos me va a ser muy difícil lograr lo que quiero si no bajo mis expectativas. Una persona que quiero me dijo que es mejor escribir textos sin expectativa que más adelante se transformen y formen. Resignada me propongo describir, aunque sea, una sensación: la que me genera mirar una obra que siendo casi enteramente monocromática plasma la naturaleza y nos hace sentir un poco menos ajenxs a ella y paradójicamente, en una película.
Texto por Caterina Calcagno.
Agustina Puricelli, ¿de dónde sos y hacía dónde vas? «Crecí en el medio del campo, en un pequeño pueblo rural en la Provincia de Buenos Aires. Forjarme a la par de la naturaleza me enseñó sobre la descomposición y la caótica forma en que las cosas se desarrollan, mutan y se manifiestan.
Voy hacia donde la intuición me lleve».
¿Cuándo es un momento para sacar fotos? «Siempre. Ante el dolor, la belleza y la calma. Ante las cosas que raspan y acarician, en los pequeños actos mínimos de la vida en los que necesitamos dejar constancia de que prestamos atención, sean las burbujas de un vaso con soda o el sol sobre un techo de chapa. Hay que fotografiar a nuestros amigos, a esa juventud que no volverá, al barrio donde creciste o aquellos momentos donde te sentiste eterna.
Reiteradas veces escucho hablar con desprecio sobre las millones de fotografías que se toman día a día y suben a internet, me pregunto ¿Hay algo más humano que querer retener un tiempo que se nos escapa como agua de las manos? Yo creo que no, por eso esta obsesión colectiva de querer capturar todo».
¿Qué guía esta selección de fotos para AY MAG? «La luz, como hacedora y regente de todo. Estas fotografías están plenamente relacionadas con ella, no solo porque fueron hechas a través de métodos fotoquímicos (el film absorbió la claridad y la convirtió en plata metálica), sino que también en ellas se muestra la forma en la que la luz se manifiesta sobre el agua, como se disipa entre los árboles, rebota en los espejos, se revela entre las gotas de vapor o deja al descubierto su revés: la sombra. Es la luz mi objeto de estudio y en ella trato de captar la poesía que habita sobre las cosas cotidianas».
¿Qué es lo más valioso de tu conexión con la fotografía? «La fotografía es mi amuleto, el material fílmico mi terreno de indagación y cada fotograma actúa como augurio de lo que siento o sentí. No es novedad que mire fotos de hace años y descubra sin querer que aquello que había retratado era el indicio de un sentir que tiempo después comprendería. Las imágenes son la lengua en la cual me traduzco y plasmo la energía que me habita. Sin ella viviría trunca».