A medida que los años pasan, místicos de la relatividad del tiempo o no, pareciera que la vida comienza a privarnos de ciertos placeres de la infancia. De repente presentarnos en un pelotero para festejar nuestros veinte y tantos parece no gustarle a nadie, salvo a nosotros mismos. Y definitivamente ya se volvió costumbre manguearle al más chico de la familia un poco de su tiempo para utilizar su metro treinta como excusa y mandarnos al cine a ver la última aventura animada (que le gana, por lejos, al mejor plan “adulto” de viernes que te habían propuesto hasta el momento).
No sé bien si es la vida o los vivientes que nos auto catalogamos como “bastante creciditos” para gozar de ciertas cosas que nos hagan sentir como chicos de vuelta. Pero la realidad de la realidad es que llegados a la “adultez”, si es que existe semejante concepto, a veces resulta difícil disfrutar y sorprendernos como lo hacíamos cuando la profe era la seño y la vida misma se extendía sobre la superficie del patio de la escuela.
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Fotos: Camila Quillay
El martes, con 25 años, entré a un parque de diversiones que no es tal y aunque no había juegos, me divertí como cuando tenía 10 y usaba remeras que bien podrían haber servido como mantel de cocina. En la parte más verde de Palermo está latiendo un cosmos hermoso: la Feria PuroDiseño, llena de ideas que se chocan y se encuentran en un mismo espacio: la Rural. Hasta el 25 de mayo vas a poder perderte en la fusión de artistas que presentan parte de sus universos, desde diseño de indumentaria hasta objetos de decoración.
De entrada se reconoce la instalación audiovisual realizada por la gente de Black Out que emociona al punto de querer entrar saltando a jugar al escenario, pero la admiración es desde lejos y sin caer en el cliché snob de sobre analizar lo que hay en frente, aunque realmente puede apreciarse semejante instalación y utilización de la tecnología, que sin dudas es uno de los temas principales de la feria.
Más adelante, en el stand de Fiat, una chica explica que desde la pantalla táctil puede cambiarse el color del auto exhibido. Me pregunta si quiero escribir algo que luego saldrá proyectado sobre la puerta y como estoy en modo niña… escribo mi nombre y disfruto de un mapping digno de una feria de diseño, con un buen track de Hip Hop de fondo.
La tecnología sin dudas está presente en infinitas formas, lo cual hace que la feria se sienta como un pequeño mundo de fantasía dentro de la monotonía de la ciudad. Pasando la entrada, los pasillos invitan a recorrerlos y el ojo quiere lo que el ojo quiere. Recorrer organizadamente es casi imposible cuando la creatividad es lo que se encuentra en exposición.
Diseños de Benito Fernández y las Hermanas Aguila, presentes… lejanos e intocables aunque no explícitamente, pero uno tiende a retraerse cuando se enfrenta a la belleza, sea en la forma que sea. A lo lejos se ve una serie de mochilas que me llevan a lo mejor de los ’90, me acerco y estoy segura que Marty McFly les hubiese dado el visto bueno. Uno de los chicos del stand de Baumm me explica que están hechas con telas de parapentes que ya no sirven y me gustan todavía más.
Recorriendo un poco más los pasillos mis globos oculares no pueden más, están sobrepasados de formas y colores, ruidos, olores, ideas y más ideas. Por cada paso dado, mi visión periférica se extiende no queriendo perderse de nada.
“Vemos belleza donde otros ven la basura” se lee desde la eco-combi de la gente de Collar de fideos, una marca de Monte Hermoso dedicada a la recolección de bolsas para darles nueva vida en objetos únicos e irrepetibles.
La recorrida por la Feria PuroDiseño termina y siento que todo pasó demasiado rápido, aunque en realidad pasaron 3 horas y sigo sin entender esto del paso del tiempo. Me voy con la sensación de que algo ocurrió y que algo podría ocurrir. Seguramente sea el exceso de ideas ajenas que acabo de presenciar, la creatividad materializada suele actuar como catalizador y ahora sufro de una bella y necesaria obligación de crear.
Me vuelvo a casa feliz de tener tarea para hacer.
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Fotos: Camila Quillay
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