La vida de Ramiro Vazquez encierra no sólo una, sino mil historias. Si bien es reconocido públicamente como artista plástico desde hace 20 años, cada día logra trascenderse a sí mismo.
Su obra, paisajes en colores vivos, resguarda la huella humana: cielos azules, rojos y anaranjados, son intervenidos con números y fórmulas matemáticas. Un campo abierto que sostiene el pincel del pintor; un bosque al atardecer partido en dos por una ruta sin destino fijo.
Su lienzo no tiene límites. Ha presentado cuadros con diferentes formas geométricas de grandes dimensiones como así también, pequeños cuadrados de madera que permiten llevar un atardecer en los bolsillos.
Jardinero, albañil, locutor de radio, actor, dice que aprendió el arte del ikebana con su abuela.
Ramiro Vazquez nació en 1977 y creció en el tradicional barrio cordobés Crisol. Tras residir en Canadá por unos años, ahora vive en barrio Altamira que observa de cerca a la República de San Vicente, su cementerio y carnavales. Allí tiene su taller de pintura y los cerámicos del suelo son su paleta de colores.
En su carrera artística, cuenta con diversas exposiciones de su obra en nuestra ciudad, múltiples galerías y museos del país. Asimismo, expuso sus obras en Canadá.
En la actualidad, continúa pintando y parece reinventarse (y buscarse) en cada cuadro. Además, es tatuador y profesor en distintos talleres de pintura de nuestra capital cordobesa.
Los paisajes de Ramiro Vazquez, pueden encontrarse en cualquier lugar del mundo, en cualquier esquina del alma.
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